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Caso Dora - Sigmund Freud (1901)



Datos de la paciente:

La paciente Dora de 16 años, cuyo nombre real es Ida Bauer, llegó al consultorio de Sigmund Freud conducida por su padre, un antiguo paciente del psicoanalista vienés. La primera vez que acude, habla acerca de síntomas físicos que la atormentaban. En particular, sufría de unos ataques de tos muy molestos. Poco después de la primera consulta, la tos desapareció. Así que no volvió a sus sesiones, hasta dos años después que los ataques de tos volvieron y ella buscó nuevamente a Freud para analizarse.


Antecedentes patológicos:

Dora presentaba diferentes síntomas desde la infancia. A los 8 años había sufrido de disnea. A los 12 años presentó jaquecas crónicas y tuvo los primeros accesos de tos. Evitaba el trato social, indicando que la fatigaba. Estaba en conflicto con su madre y distanciada de su padre. Sus padres encontraron una carta en la que anunciaba un suicidio. También sufría desmayos sin razón aparente.


Datos durante el proceso analítico:

La historia familiar de Dora se describe como complicada. Su padre era el amante de una mujer a la que se identificó como la “Señora K”. Este dato fue inicialmente ocultado a Freud. La madre de Dora era una presencia casi invisible, cuyo papel era básicamente el de ama de casa. Dora conocía la infidelidad de su padre y mostró a Freud su indignación por el hecho.

Una vez que Freud conoce este hecho centra sus hipótesis en él. Freud interpreta que el verdadero objeto de atención de Dora es la “Señora K”. Al mismo tiempo también interpreta que la paciente está “enamorada” del “Señor K”. En la historia de Dora con el señor K encontramos dos episodios cruciales para Freud.


Dora le cuenta a Freud que cuando ella tenía 14 años, en una ocasión en la que los dos estaban solos, el Sr. K. la abrazó y la besó en la boca. Dora describe que sintió repugnancia y su reacción fue de asco. Para el padre de Dora, ocurrió un segundo episodio en la residencia de verano de los señores K que habría desencadenado los síntomas: en un paseo, cerca del lago, el señor K le habría hecho una propuesta amorosa a Dora. El episodio se lo cuenta su madre, mientras le pide a su padre que rompa la relación con los K.


Así, Freud concluye que ya con catorce años Dora presentaba síntomas histéricos pues refiere en ese momento que: “Ante toda persona que en una ocasión favorable a la excitación sexual desarrolla predominante o exclusivamente sensaciones de repugnancia, no vacilaré ni un momento en diagnosticar una histeria, existan o no síntomas somáticos”.


Conclusiones:

Freud sospechaba que Dora, en su padecer histérico, no comprende: “¿cuál es el factor que la define como mujer?” Haciendo que busque una respuesta a esto a través de otra mujer, quien además es el objeto del deseo de su padre, y que en este caso no es la madre, representando la posibilidad de responder a esta pregunta central de la histeria. Interpretando Freud además que por eso siempre está involucrada en triángulos amorosos y teniendo todo esto lugar en lo inconsciente.


Pese a que hoy en día el caso Dora es considerado como “un fracaso” para Freud, debido principalmente a fallos en la transferencia y la interpretación de esta misma, que derivaron en no terminar su análisis, esto, al mismo tiempo, contribuyó para comprender mejor el fenómeno de la “transferencia” en su faceta negativa. Además el caso Dora represento un parte aguas en el estudio de la histeria y las enfermedades mentales, constatando la existencia de deseos reprimidos inconscientes detrás de los síntomas y la cura a través de la comprensión de los mismos, algo que, a su vez, constituiría para Freud una de las bases del psicoanálisis y una prueba de lo acertado de su método.

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