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Caso de una psicosis paranoica (Caso Ela)



Heimy Carolina Roa Bernal, nos presenta en su trabajo “Análisis de caso de una psicosis paranoica (caso Ela)” el análisis de un estudio de caso único de una paciente con estructura psicótica e ideas delirantes, en donde deja en cuestionamiento el diagnóstico de la misma para su discusión, además de una reflexión final respecto a la instauración y manifestación de la psicosis en la mujer.


A continuación se presenta parte del trabajo ya mencionado, sobre el inicio del caso de Ela, para su lectura:


Fue reportado lo ocurrido con Ela, por medio de un informe que genera el Hospital de Tunjuelito, correspondiente al 12 de julio de 2005, donde se describió que Ela fue llevada al hospital esposada por la policía, quienes manifiestan: "Ela fue encontrada tirándose a los vehículos en la calle, a las 6:30 pm". Por otra parte, el hospital registra en la historia clínica que ella no responde lo que se le pregunta respecto a lo ocurrido en la vía pública ese día, como tampoco responde a datos de su familia, se desconocen aquí los antecedentes clínicos de la paciente. El médico quien la atendió en la valoración inicial realizada manifestó que ella ingresó con agitación psicomotriz, es por esto que el personal médico procedió a inmovilizarla y posteriormente a ello fue medicada.

Lo que aquí se registra fue obtenido tras leer la historia clínica de la paciente, con el fin de ubicar datos iniciales respecto a Ela y como está conformado su núcleo familiar; se encuentra entonces que Ela tenía 43 años, y al momento de su ingreso al Hospital Nazareth tenía 37 años, dos hermanos y una hermana, Ela es la menor.


Refiere Don Nelson (vecino de la familia) que ella estudió hasta noveno grado. Sin embargo, la paciente dijo haber estudiado tres semestres en la Universidad del Valle en el curso de Psicología, refiere también ejercer como profesora, registrado esto en su historial clínico como parte de una entrevista inicial que se le realizó al momento del ingreso. Se confirma en el historial y en la entrevista realizada a sus vecinos que trabajó en ventas de ropa y calzado; vecinos que además niegan que ella haya realizado estudios universitarios, agregando que no culminó su bachillerato.


Se obtiene además del mismo historial un relato de Ela respecto a su infancia:

mi niñez fue amarga, porque sufrimos mucha pobreza, a mí me pagaban estudio pero éramos muy pobres, mi papá me pegaba, después de que tuve la niña mi vida fue muy dura, mi padre me daba puñetazos y después me case. Mi madre Blanca [...] y mi padre Luis [...] trabajaba manejando un carro, mi mamá era ama de casa; mis hermanos se llaman Mauricio, Fernando, Rubiela; mis hermanos trabajaban en la casa manejando carro, yo trabajaba en la casa, con el hogar cuidando mis hijos [...] yo vivía en mi casa en el barrio Socorro, era de dos plantas, recuerdo este número telefónico [...], quiero que pregunte por Edith [...] o Nelson [...] o Jeisson [...], que son amigos que viven a cargo de la casa.


Por otra parte, aparece en el registro que la paciente manifiesta ser casada y se le da lugar como tal, sin embargo en realidad no hay tal matrimonio, asegura Don Nelson. Lo que si se corrobora es que Ela queda en embarazo alrededor de los 20 años de edad y sus padres manifiestan que el padre del bebé es un "gamín" (refiriéndose a un habitante de calle). La mayor parte del embarazo trascurre mientras la paciente se encuentra hospitalizada, dicho esto por Don Nelson.

Narra la trabajadora social del hospital Nazareth que actualmente la hija de la paciente tiene alrededor de 22 años y vive con la tía. Dice además que la familia toma distancia de la paciente, argumentando que ella se tornaba agresiva y se salía de control, es por ello que deciden no recibirla ni esperar nada de la misma. Finaliza así un primer encuentro con la estructura de su vínculo familiar.


A continuación, son presentados testimonios, reportes clínicos y policiales sobre lo que ha sido registrado en el trascurso de su enfermedad. A los 15 años fue la primera vez que Ela fue internada en el hospital San Juan de Dios, de lo cual no hay registro por historia clínica, esto es sabido por el relato de Don Nelson, quien agrega además que esto ocurrió cuando fue vista subiéndose a los tejados con frecuencia. A partir de allí Don Nelson y su familia procedieron a narrar una serie de comportamientos que serán enunciados más adelante, pero que también inciden al momento de consultar un médico.


En el historial clínico de Ela se encuentra un reporte médico del hospital Tunjuelito, realizado en el 12 de junio de 2005 y que fue entregado al Hospital Nazareth; es el concepto dado en la evolución por el Doctor José donde describe:


Paciente que presenta conducta de agitación psicomotora y agresividad; al parecer con tratamiento psiquiátrico, por cuadros psicóticos de características paranoides y afectivas, pero sin apoyo familiar y sin tratamiento continuo, al menos en Hospital Tunjuelito (San Benito).


Además se agrega:


Somnolencia, no colabora, sin datos confiables por su estado mental, sin apoyo familiar, desorganizada y con malos hábitos de aseo, requiere atención especializada (institución en salud mental).


El Hospital de Tunjuelito agregó en el historial clínico un acontecimiento ocurrido el 14 de junio de 2005:


[...] se trata de establecer comunicación con la familia, pero la rechazan y no quieren saber nada de ella, se llama a varias unidades de salud mental (Estrella, Kennedy, Santa Clara), donde aparentemente ya ha permanecido sin ningún apoyo familiar y por último es llevada a la residencia para que los padres se responsabilicen de la paciente, pero estos se niegan [...].


Adicionalmente, se agrega información por parte de las enfermeras del hospital, "al día siguiente la paciente rompe un vidrio de urgencias y maltrata a varias enfermeras, es inmovilizada y sedada".


A partir de estos factos, se da a conocer el caso a la trabajadora social del Hospital Nazareth y tras el estudio de lo ocurrido, es remitida. El psiquiatra del Hospital Nazareth se hace cargo del caso; en uno de los encuentros con Ela el registra lo dicho por ella, debido al contenido de su relato: "la paciente refiere que su trastorno mental se relaciona con el haber sido abusada sexualmente por su padre". En la misma registra, "se realiza una valoración de la paciente donde relata que el inicio de la enfermedad se da a partir de los 14 años, menciona textualmente; 'me acomplejaba mucho, no se había especificado en el registro que era eso que la acomplejaba.


Por otra parte y a raíz del último suceso donde interviene la policía, se obtuvo información respecto al historial policial de Ela para determinar si antes esta había tenido que intervenir. Para ello durante una entrevista realizada a la familia vecina de la paciente, se les preguntó al respecto, ellos enuncian que en muchas ocasiones se requirió de la presencia de la policía, ante el llamado de la familia de la paciente o de otras personas, alegando daños a sus propiedades u otros actos que los intranquilizaban. Los daños causados a las propiedades se le cobraron al padre de Ela; con el pasar del tiempo, la misma ya era reconocida por los policías que transitaban en la zona, al aumentar su conducta agresiva y los llamados de los vecinos para denunciar, la policía optó por evitar llevársela a la estación, entonces era esposaba a las rejas que rodean el parque, cuya función generalmente es evitar que el balón salga de los límites de la cancha, ubicada unos pasos antes de llegar a su casa, permaneciendo allí por un tiempo prolongado, convirtiéndose entonces en la burla del vecindario, mientras tanto Ela insultaba a los policías, refiriéndose a ellos como ladrones (relato de Don Nelson).


Se tratan aquí rasgos más llamativos de sus temas delirantes, tanto en el acto como en la palabra y la historia en el trascurrir del mismo. Construyendo su historia relata entonces Don Nelson que Don Luis, padre de la paciente, consumía alcohol de forma desmedida, fue conductor de volqueta cuando era joven y posterior a ello trabajó con un taxi, sin embargo, dejó de trabajar ya que perdió gran parte de la visión. Fue él quien en un principio resistió lo que vino después de la enfermedad de la paciente. Finalmente se rindió, sus vecinos se lo atribuyen a la situación económica y el cansancio que le causaba todo lo que ocurría, por los reclamos y reproches de la gente, de la policía y de los hospitales.


A la señora Blanca, la madre de Ela, la recuerdan sus vecinos como aquella mujer que renegaba y trataba mal a los hijos, los golpeaba, se dirigía particularmente a Ela, diciéndole 'loca desgraciada'.


Ela era la menor de los hijos de este matrimonio, la relación entre hermanos durante la infancia fue cordial y afectuosa. Según manifiestan sus vecinos ella era 'normal', se sabía expresar muy bien y tenía carisma. También solía jugar con los demás niños basquetbol y otros deportes. Se refieren a ella como una mujer bella y muy atractiva. Describen sus vecinos además que a Ela particularmente se le veía vestida con prendas grandes, faldas y blusas muy largas y no vestía pantalón.


Cuentan que José (apodado Bonito) estaba enamorado de Ela y mantenía informado de todo lo que con ella ocurría, asistiendo a reuniones familiares; particularmente 'Bonito' no era bien recibido en el barrio, pues ponía apodos a todos quienes en su camino se cruzaran; hoy día él manifiesta, según relata Don Nelson: "a esa niña el libro la volvió loca", refiriéndose a la Biblia.

Ahora se da paso a lo que según el relato obtenido por Don Nelson, vecino de la paciente, permite que Ela sea situada mucho antes de un paso maratónico por todos los hospitales (Estrella, Kennedy, Santa Clara y Tunjuelito), donde se logra ubicar lo que se cree es el inicio de los trastornos psicopáticos.


En el relato de sus vecinos, todo inicia poco antes de ser hospitalizada cuando Ela tiene entre los 10 y 11 años; asiste a un iglesia cristiana y tras leer la Biblia evangelizaba a sus amigas, les decía que los hombres eran malos, que eran el demonio, la gente que la veía manifestaba que era la palabra (de Dios), la que la estaba enloqueciendo y que en efecto la había enloquecido. Posterior a ello, Ela es internada, a los 15 años de edad, fue llevada al hospital San Juan de Dios. El límite para esta decisión es cuando es vista subiéndose a los tejados con frecuencia, "la mamá decía que estaba como demente" (relato de Don Nelson). No se tiene conocimiento por parte de sus vecinos de algún antecedente familiar, dicen ellos que, "nunca se veía que recibieran visitas familiares".


A demás de ello se registran algunas frases que Ela enunciaba y fueron relatadas por Don Nelson, quien, a su concepto, hacían notar la diferencia con los otros jóvenes, esto ocurre un poco antes de ser hospitalizada; "los hombres son malos, no los dejen acercar" y le decía a sus amigas; "cuando un hombre se le acerque saque la Biblia y lea este versículo, así los va a alejar". Frases que a partir de los 15 años se repetían con frecuencia, lanzando insultos y realizando actos que causaron conmoción en el vecindario, que ante todo muestran ciertos temas delirantes.


Relata la señora Edith (esposa de Don Nelson) que en su primera hospitalización, Ela permaneció allí por ocho meses, regresando a su casa 'recuperada', pero a los pocos días fue llevada nuevamente al hospital; en esta ocasión le llevó dos años regresar a su casa nuevamente 'recuperada'. Al parecer estable, según dice Don Nelson, buscó adquirir su propio ingreso económico, trabajaba en almacenes como vendedora. Agrega además, "ella era buena en su trabajo, sabía hacerlo bien, sabía cómo convencer a la gente".


Pasado un año y medio, Ela diligenció una hoja de vida para aspirar a un nuevo empleo, así que les solicita a sus vecinos que le permitan dar el número telefónico de ellos como referencia. Dos horas después, se llamó avisando que la misma estaba en el Hospital del Carmen y se reportó que la paciente se encontraba hospitalizada, un carro la había atropellado. Ella había solicitado que se llamara a ese número telefónico para avisar lo ocurrido. Relata ante lo sucedido aquella vez Don Nelson que Ela dijo: "necesito un favor, voy a pasar una hoja de vida a un almacén, me siento bien y voy a buscar trabajo, regáleme su número y yo lo pongo de referencia".


De aquí en adelante, las cosas se complicaron mucho más. A Ela se le escuchaba gritando todas las noches, ya no dormía. Corría hasta que su cuerpo cansado se desvanecía, como también se desvanecía después de cada crisis, descrita por sus vecinos así, "Le daba ira hasta perder el conocimiento, se desvanecía". Se caía y se golpeaba la cara, lo que causó la pérdida de sus dientes. Se dirigía a los perros, dijo Don Nelson "le discutía a un perro (como si este fuera el marido)", al cuñado de Don Nelson le decía "ya le relincho el caballo", refiriéndose a la moto del señor; decía Ela, "hasta luego violador; montando en ese caballito, si, lo veo muy bonito, ¿no le relincha?, hasta luego violador corrompido".


A uno de sus vecinos le gritaba que era un zángano, le preguntaba que de donde había sacado la plata para el carro o que si se lo había robado. Insultaba una vecina (porque ella era calva), le decía: "cómprese una peluca, no se da cuenta que es muy fea". Le hacía escándalos a otro vecino, decía y le reclamaba el abandono de sus hijos con ella. Decía que se iba a casar con Nelson y Guillermo (Memo) que eran los maridos. Mientras Don Nelson narra todo, en su rostro una sonrisa agregando, "ella era todo un personaje".


Sigue con su relato agregando que ante los daños causados de la paciente a la propiedad de los vecinos tales como romperles las tejas, vidrios y faroles de los carros, argumentando que las vecinas le estaban quitando el marido, su padre decidió encerrarla en la casa para evitar que esto suceda, además, no teniendo que responder económicamente por los daños que ella causaba. La paciente ante esto se desnudaba y gritaba "me va a violar", a veces salía desnuda y sus vecinos la cubrían, entrándola a la casa de ellos mientras llegaba su familia. Sin embargo y posterior a ello, ante la situación de encierro y por el hecho de que no se le diera lo que ella solicitaba, golpeaba a su madre en varias ocasiones. Arrojó un machete por la terraza al tejado de sus vecinos y también las tablas de la cama; optaron entonces por no permitirle la entrada a la casa cuando la madre y ella tuvieran que quedarse solas.


Ante esto, los vecinos la acogían en su casa mientras llegaba el padre, Ela tomaba la ropa estando limpia o no, la introducía en canecas de agua, "para lavarla", regaba canecas llenas de agua en el piso "para limpiar el suelo". Pero un tiempo después, narra la señora Edith, que se acuesta en la cama de los vecinos, se cubrió con las cobijas diciéndole a la esposa de Don Nelson, "sáqueme el demonio", la señora Edith se negaba y la paciente la toma de las manos y se las pone en la cabeza. Nuevamente le decía, "sáqueme el demonio". Edith, en un acto desesperado y de preocupación, la invitó a que la acompañe a un lugar fuera de la casa, pero una vez Ela estuvo fuera, le cerró la puerta. Golpeó con tal fuerza que temieron que rompiera los vidrios, de ahí en adelante no se le permitió más el ingreso de la mujer.


Sucede entonces, según narra Don Nelson, que entre los 20 y 24 años de edad ella quería cambiar su religión por la católica, en efecto lo hace y con ello llegaron nuevos cambios, especialmente en su forma de vestir, utilizaba faldas y blusas cortas. Para ese mismo lapso de tiempo se sabe que la paciente estaba en embarazo, sin embargo nunca se le conoció el novio, en su historial clínico quien aparece como esposo y padre de su hija es José (apodado Bonito). Ela salía ocasionalmente pero sus vecinos no reportan mucho al respecto, la paciente decía que el papá del bebé era un muchacho de bien y la mamá decía que era un gamín. Se presumió que durante el embarazo de la paciente ella estuvo hospitalizada, todo esto es narrado por sus vecinos, dicho embarazo parece actuar como detonador de crisis. Un poco antes de esto, los más cercanos de ella manifiestan que se le veía tejer patincitos, diciendo que eran para su bebé. Pero nadie le creía, hasta que en el trascurso de los meses y en sus idas y llegadas de la clínica, se notó que su abdomen, como es común en un embarazo, se mostraba prominente, agrega la señora Edith.


Se tiene conocimiento por parte de los vecinos a quienes se les entrevistó que los padres de la paciente utilizaron alternativas de cura. Señala Don Nelson que, "parece que la familia le llevó pastores a la casa y ellos decían que era un espíritu, ellos le rezaban". El refiere a demás que la paciente gritaba "sáquenme estos espíritus, ore por mí, sáqueme ese demonio", pero estas frases iban acompañadas de un cambio de voz, dicen ellos, "sonaba como un hombre". Ela le decía a sus vecinos: "sáquenme este espíritu, oren por mí".


La señora Edith refirió que Ela hablaba de traición, citando lo que ella decía: "gastándose la plata con esas vagabundas"; "vagabundas, vienen borrachas, por allá revolcándose"; "cuche, cuche" gemía "hay que rico, rico; para eso si es buena esta malpatranca". A lo que Don Nelson dice: "lo que yo veía era que ella todo lo que hablaba era referido a los hombres, siempre a los hombres".


Al pasar algunos años, Ela golpeaba a su hija, tomó aceite caliente y se lo regó en el cuerpo a la niña, culpando después a su madre del hecho. Cuando la niña cumplía los diez años, y Ela las ultrajaba, la pequeña llamaba a la policía o buscaba ayuda de los vecinos, ellos recuerdan muchos eventos en los que la niña se acercaba a su casa en busca de ayuda. La pequeña aliada con la madre de la paciente (su abuela), la insultaban. Finalmente, la hija de Ela queda a cargo de una tía, hermana de la paciente, los vecinos dijeron: "ella es ya una señorita, vive con una tía, es idéntica a la mamá cuando era joven". Sus vecinos le calculan unos 18 a 22 años, en la actualidad.


Poco antes de que los vecinos dejaran de ver a Ela y se perdiera el rastro de ella, y de saberse que estaba en Nazareth, hubo un suceso definitivo que cambió el rumbo de las cosas, narrado por Don Nelson. Ela mató a un pollo y botó el cuello a la calle, causando gran impresión ante la mirada. Tiempo después llaman a avisar que ella se encuentra en el Hospital de Tunjuelito, pues un carro la había arroyado.


Fue registrado que el ingreso de la paciente al Hospital de Nazareth, como ya se había mencionado, ocurrió el 15 de junio de 2005, donde se describe que la paciente tenía más o menos 30 años: "la paciente viene de Chía, la familia no supo de esta remisión" esto lo refiere, una trabajadora social. El historial clínico muestra: "historia de la enfermedad mental de varios años de evolución, con tratamientos irregulares y reiteradas hospitalizaciones en diversos hospitales [...] al parecer ha habitado la calle". Aparece un nuevo centro de donde al igual que muchos no hay registro (Chía), se manifiesta en la historia además que el día en el que ella llegó al hospital fue alrededor de las 6:30 am, y durante el trayecto se mostraba tranquila: "acepta su traslado voluntariamente, posterior a ello se muestra ansiosa y demandante".


Después de Ela estar alojada en el programa Ecoterapia, la trabajadora social buscó la forma de comunicarse con la familia. Sin embargo, el número telefónico que ella informó en la historia clínica corresponde a la casa de sus vecinos, al ellos reportar que no son la familia de ella, amenazan con enviarle a la policía por no hacerse responsables, Don Nelson le comunica al padre de la paciente, a lo que él responde: "si llaman a preguntar por nosotros, solo digan que ella es una loca que no saben nada de ella"; "si me la entregan yo que hago si no tengo ni para comer".


Al parecer y según relatan los vecinos a ella se le debían suministrar ciertos medicamentos, su padre se los daba por seis meses, se le veía bien y a los pocos días, volvía con sus temas delirantes, lo más notorio era su mirada, en los hospitales en muchas ocasiones le llamaron la atención por no suministrarle los medicamentos con constancia, Don Nelson dijo: "le daban antidepresivos, pero para que si no le hacía nada. De pronto el papá no se los dio".


Por otra parte tal vecino informa que la madre de Ela falleció hace tres años, al parecer por paro cardiaco. El cree que la paciente no tiene conocimiento de ello. Manifiesta la señora Edith que ella quiso comunicárselo un día en el que Ela solicita llamar a su familia, Edith es quien habla con ella, pero manifiesta que: "lo único que se le entendió fue, niño. Además pregunto por la mamá"; "yo le respondí ella ya no está"; "lo demás no se lo entendí eran solo susurros".


Una mujer que se encuentra presente durante el relato de la historia de la paciente en la entrevista a petición de la familia de Don Nelson, quien pertenece a una iglesia cristiana, manifiesta interés en el caso y refiere querer determinar si en efecto se trata de una posesión, declaró:

"bíblicamente un hombre no enloquece", "las legiones enloquecen la persona", "puede tratarse de una posesión satánica. Cuando se habla de un cambio de voz"; "esto se da por guerras espirituales por las almas con satanas"; "Cuando no hay crecimiento espiritual ni la sabiduría"; "La vida se debe sellar con la sangre de Cristo"; "por ello la psicología trabaja los frutos no la esencia".


La psicosis para Herman Nunberg


Herman Nunberg, presenta una psicosis muy elaborada, más bien de lado esquizofrénico, pero con aspectos paranoides bien marcados. Consigue demostrar los intentos de un paciente psicótico por recuperar el objeto. Primero, lo hace con la ayuda del discurso; más tarde, con la ayuda de las identificaciones narcisistas, y, por último, mediante el lenguaje de las pulsiones. Nunberg describe los lugares sucesivos que él, como objeto, iría ocupando en el delirio del paciente: objeto homosexual, objeto perseguidor y, finalmente, ideal del yo.


La estabilización del delirio se logrará al pasar de la posición del otro perseguidor al del “ideal del yo”, después de la constitución de un ideal menos persecutorio: se puede definir el curso de la enfermedad como una búsqueda del ideal del yo.


Nunberg, distingue los intentos del paciente psicótico para recobrar el objeto, lo intentos se hacen, con ayuda del lenguaje, el paciente relata espontáneamente todos sus pensamientos, recuerdos, sentimientos, experiencias: con la ayuda de las identificaciones narcisistas, y de las pulsiones anales, agresivas y canibalísticas, en donde empieza a surgir las diversas formas de lucha por el objeto, como impulsos agresivos de lucha y de devoramiento, etc.


Trabajo original completo:


Bernal, Heimy Carolina Roa. (2012). Análisis de caso de una psicosis paranoica (caso Ela). Mental, 10(18), 129-164. Recuperado em 07 de dezembro de 2020, de http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1679-44272012000100008&lng=pt&tlng=es.

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