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Edith Jacobson: Biografía y Teoría.

Biografía



Nació el 10 de septiembre de 1897, en la Alta Silesia alemana, en el seno de una familia judía, su padre era médico y su madre música. Estudió medicina y se graduó en Munich en 1922. Tras un internado en pediatría en el hospital universitario de Heidelberg y la residencia en medicina interna en el hospital universitario de Munich efectuó las correspondientes a psiquiatría y neurología en el Hospital Charité y en la clínica Oppenheim de la capital alemana, respectivamente en 1925.


En 1925, Edith Jacobson ingresó en el Instituto Psicoanalítico de Berlín donde tuvo como maestros a Sándor Rado, a Franz Alexander y a Otto Fenichel, realizando con este último su Análisis Didáctico.


En 1930, se convirtió en miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín. En 1934 se convirtió en analista de formación en el Instituto de Berlín. Al año de ejercicio como didacta fue arrestada por la Gestapo por negarse a declarar acerca de un paciente (1935), al parecer, en contra de la política de discreción alentada por la organización. Escapó a Praga y después a Nueva York (1941) en donde se desempeñó como miembro de la Asociación Psicoanalítica de dicha ciudad. Analizó, entre otros, a Fritz Wittels y Martin Bergmann y reanalizó a Phyllis Greenacre.


Su obra se caracterizó por el intento de integración en la teoría psicoanalítica de las vertientes instintual, del ego, de las relaciones objetales y del desarrollo y dio esbozo a la psicología del self. Estudió a fondo las representaciones mentales y el trastorno depresivo.

Edith Jacobson murió el 8 de diciembre de 1978, en Rochester, Nueva York.


Teoría


Hace hincapié en que el problema psicológico central en la depresión parece ser el derrumbamiento narcisístico de la persona deprimida, su pérdida de autoestima, sus sentimientos de empobrecimiento, incapacidad, debilidad e inferioridad. Presenta el término “autorrepresentación”, que se refiere al concepto mental del ser, a las imágenes inconscientes y preconscientes del cuerpo de uno y de la propia personalidad. Trata de explicar el término “narcisismo secundario”. Define a la “libido narcisística” como sólo aquella parte de la energía libidinal en el sistema del que se utiliza para la catexis de las representaciones del yo en contra-distinción con las representaciones de objetos.


La identificación narcisística, mecanismo que desempeña un papel tan importante en la depresión melancólica, debe definirse no como una identificación del yo con el objeto, sino como una fusión parcial o total de las representaciones del ser y del objeto en el sistema del yo.


Jacobson mantiene que nuestro concepto del ser, como las imágenes objetales primitivas, al principio se fusiona y confunde con las imágenes objetales y está compuesto de una serie de imágenes del ser que cambian constantemente reflejando las fluctuaciones del estado mental. Menciona que una distinción insuficiente entre el objeto y el ser al principio de la formación del superyó explica por qué el nivel inconsciente profundo del superyó representa fusiones de imágenes tanto de objetos amados como del ser. Al hablar acerca de la personalidad prepsicótica de los maníaco depresivos dice que sufren de una debilidad yoica específica que se manifiesta en su extraordinaria vulnerabilidad y en su intolerancia para con la frustración, el daño y el desencanto.


Jacobson señala también que las representaciones objetales y del ser en el superyó estarán propensas a una fragmentación regresiva, a separarse nuevamente en las primitivas imágenes tempranas, así como a fusionarse unas con otras. El comienzo de la psicosis en sí se caracteriza por peligrosas difusiones irresistibles que llevan a una feroz lucha entre fuerzas libidinales y destructivas. El proceso psicótico probablemente comienza por una reactivación de los conflictos infantiles, centrados principalmente en los objetos paternos y maternos de amor.


En el melancólico no hay únicamente una identificación en la cual se obtiene un parecido realista con el objeto amado, sino que el paciente se trata a sí mismo en su estado patológico como si él fuera el objeto malo.


El desarrollo en su fase primitiva: durante la temprana fase preedipal comienzan a formarse imágenes buenas y malas del ser y de los objetos amados que, lejos de pintar la realidad, no se distinguen con claridad entre sí y que muestran tener una tendencia a unirse y a dividirse nuevamente con suma facilidad.


Desarrollo psíquico infantil


Para Jacobson el desarrollo psíquico infantil se divide en 4 fases.


1. Las imágenes buenas y malas de sí-mismo y de los objetos de amor que han comenzado a formarse durante la fase pre-edípica temprana “aún no se diferencian con claridad” y “tienden a fusionarse o escindirse reiterada y fácilmente”. Durante el primer año la imitación activa de los padres indica el “comienzo” del proceso de formación del yo, componiendo el núcleo de su ideal (ideal del yo) a base de imágenes “idealizadas” de ellos “fusionadas” con otras “arcaicas y engrandecidas” de sí-mismo.


2. Renuncia gradual al deseo de unidad con los objetos de amor, buscando “parecerse a ellos en el futuro” con el paso de una identificación total a otra “parcial”.


3. Fusión parcial, de las imágenes de sí-mismo con las del objeto, ejercida sobre la base de “semejanzas realistas”, si bien llevará “varios años” desarrollar otras “más o menos realistas”.


4. Constitución del superyó, la solución “definitiva” a los complejos edípicos y la promoción de la neutralización de las fuerzas libidinales y agresivas.


Jacobson describe como “identificación mágica primitiva” al deseo del bebé de ser uno con su madre, fundado en fantasías de incorporación oral del objeto amado; esto producirá fácilmente re fusiones entre imágenes de objetos amados y el ser cada vez que el niño experimente gratificación, contacto físico e intimidad con la madre. Describe a esta temprana identificación como “únicamente una unión temporal, parcial o total, de imágenes mágicas del ser y de objetos, fundadas en fantasías o aún en la creencia temporal de ser uno con el objeto o de convertirse en el objeto sin tener en cuenta a la realidad del ser y de los objetos.


Jacobson sugiere que “el centro del yo ideal está compuesto por imágenes idealizadas de los padres unidas a imágenes arcaicas aumentadas del ser” y dice que, neutralizando la tendencia del niño a denigrar a sus padres, los procesos de idealización y formación del ideal del yo, transforman a los padres de seres agresivos sexuales, malos, débiles, sucios y castrados en figuras modelos.


Estados de ánimo


Son “estados yoicos” caracterizados por “modificaciones generalizadas” de las descargas pulsionales, provocadas interna o externamente sin “plena” conciencia por parte del individuo. Influyen de manera “temporaria” sobre las cualidades de los “sentimientos, pensamientos y acciones. Representa un “corte transversal” del estado general del yo. No están sujetos a la cualidad placer-displacer que aparecerán con el moldeamiento de las descargas por parte del yo y el superyó.


Distinguía tres estados de ánimo:


Tristeza: es una respuesta emocional derivada de tensiones dentro del yo ante el sufrimiento causado por experiencias de pérdida o destitución. Predomina en la depresión solo para mantener la investidura libidinal en el mundo objetal mediante la “desviación de la agresión hacia el sí-mismo”.


Pena: si la tristeza es prolongada y profunda. Sus identificaciones sirven para “preservar” la relación interior con el objeto perdido.


Estados hostiles. Origen: los provocan “experiencias intensas” y derivan de tensiones agresivas que expresan un “conflicto” (neurótico, psicótico o con la realidad) debido a una ofensa, una decepción o bien de tipo narcisista (culpa, fracaso, errores).


Los diferentes estados de ánimo pueden ser “intensificados” por conflictos narcisistas infantiles, experiencias realistas de fracaso, ineptitud o transgresión moral en dependencia de la intensidad de la hostilidad, la gravedad y la duración de la frustración o la decepción. Su duración “no constituye” un criterio que determine un carácter patológico y una experiencia los modificará solamente si puede causar “cambios cualitativos” en las imágenes de sí-mismo y del mundo objetal.


Estados depresivos


Tanto los estados propiamente depresivos como los de exaltación pueden desarrollarse “dentro de los límites” de las condiciones normales del ánimo sin necesidad de vincularlos con mecanismos introyectivos, proyectivos y graves conflictos de ambivalencia. La inhibición subsiguiente dependerá de la “intensidad y naturaleza” de los conflictos de ambivalencia subyacentes. Estos estados se producen cuando el yo, incapaz de alcanzar la satisfacción de la agresión en un “conflicto narcisista” situado dentro del yo entre la imagen deseada de sí y otra “insuficiente” que le hace sentir “desvalorizado”, “se vuelve” contra ella con la “consiguiente” pérdida de autoestima.

Jacobson distinguía los siguientes tipos de depresión:


a. Normal

b. Neurótica

c. Reactiva

d. Fronteriza

e. Ciclotímica

f. Simple

g. Involutiva


Para Jacobson en la depresión, el superyo se desarrolla tempranamente, afirma que hay una figura superyoica terminante sádica, que es, a la vez, poderosa.


Referencias


Biografía


Fernández, M. (2014). Aportaciones de Edith Jacobson a la psicodinámica de la depresión. Aperturas psicoanalíticas. Recuperado de http://www.aperturas.org


Teoría


Fernández, M. (2014). Aportaciones de Edith Jacobson a la psicodinámica de la depresión. Aperturas psicoanalíticas. Recuperado de http://www.aperturas.org


Rosenfeld, H. (). Una investigación sobre la teoría psicoanalítica de la depresión. Revista Uruguaya de Psicoanálisis. Recuperado de https://www.apuruguay.org

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