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Harold Searles: Biografía y Teoría.

Biografía



Nació el 1 de septiembre de 1918, en Hancock, New York.


En 1940, Searles obtuvo su licenciatura en la Universidad de Cornell y su doctorado en medicina en la Escuela de Medicina de Harvard en 1943. Comenzó su entrenamiento de residencia en el Hospital de Nueva York y luego se desempeñó como Capitán en el cuerpo médico del Ejército, sirviendo en la Administración de Veteranos de Washington DC. Clínica de Higiene Mental.


Comenzó su formación psicoanalítica mientras estaba allí, en el Washington Psychoanalytic Institute. Su analista fue Ernest Hadley y sus analistas supervisores E. Weigert, R. A. Cohen y W. G. Whitman. Searles se convirtió en un analista de capacitación y supervisión allí y se desempeñó como presidente de su Sociedad de 1969 a 1971.


Formó parte del personal médico del Chestnut Lodge Hospital desde 1952 hasta 1964, trabajando en estrecha colaboración con Frieda Fromm-Reichmann. Los colegas en el Lodge incluían a Marvin Adland, Dexter Bullard, Sr., Donald Burnham, John Cameron, Beatriz Foster, John Fort, Robert Gibson, John Kafka, Ping- Nie Pao, Alberta Szalita, Otto Will y muchos otros.

Searles se desempeñó como profesor clínico de psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown y contribuyó significativamente al programa de capacitación de residencia en el Hospital Sheppard y Enoch Pratt en Towson, Maryland, y al programa de residencia de la Universidad de Columbia en la ciudad de Nueva York.


Fue consultor en el Instituto Nacional de Salud Mental, trabajando en el proyecto de estudio de los cuatrillizos de Genain.


Tras una extensa carrera profesional, así como su experiencia como docente y praxis clínica, debido a problemas oculares provocados por un desprendimiento de retina, Searles cesa en su actividad a mediados de los años 90, retirándose en 1997 con su esposa Sylvia a Davis, en California, quien falleció en 2012. Searles se trasladó a vivir con el menor de sus hijos, Donald, a Los Ángeles, donde falleció el 18 de noviembre de 2015.


Teoría



Partiendo de su experiencia en la psicoterapia con pacientes esquizofrénicos ingresados en una institución, expone su modo de entender los movimientos transferenciales psicóticos, así como el modo en que el analista es convocado en su contratransferencia. Define cuatro modalidades:


1. En la que, partiendo de lo presimbiótico en Mahler, habla de relaciones autísticas en que la investidura no es humana o resulta inanimada o muy parcializada.


2. En la que el vínculo es simbiótico y altamente ambivalente.


3. En la que los movimientos hacia la autonomía o independencia del sujeto se viven como ataques al objeto.


4. En la que la confusión predomina en la relación y el objeto tiene que hacerse cargo del pensamiento del sujeto.


Contratransferencia



La terapia con el paciente esquizofrénico comienza con una fase de transferencia simbiótica. Para llegar a una individuación saludable el paciente tiene que recibir la posibilidad de pasar por una fase de simbiosis terapéutica. En el principio la situación de transferencia es la simbiosis patológica en la cual el paciente se quedó fijado desde la más tierna infancia. Esta simbiosis es muy ambivalente: sentimientos de amor son mezclados con sentimientos más primitivos de odio, celos y venganza.


Searles construye una hipótesis original de trabajo. En la confrontación con una figura materna que desde su propia patología sólo dispone de un yo incompleto, que por tanto no puede ser un objeto total, una buena madre para el futuro paciente, emerge en éste una tendencia básica que todos los niños humanos tienen en común (querer llenar lo incompleto) y entonces él se propone como un sostén para los lugares débiles de aquel importante otro (la figura materna).


El sentimiento de culpa, que es la consecuencia de todo esto, llega a tener proporciones enormes y le persigue toda su vida. En cierto sentido se puede decir que el paciente mantiene, durante toda su vida, su yo virtual al servicio de una eventual completación que cure a la figura materna. Cuando uno considera el yo-incompleto del esquizofrénico en su significación dinámica, y no como un rasgo estadístico, se puede decir que este defecto es en verdad el núcleo más vivo de su existencia.


El proceso de individuación sólo puede comenzar cuando uno abandona la neutralidad defensiva y el impulso de interpretar según los patrones clásicos. Esta situación de transferencia y contratransferencia asimétrica tiene que ser elevada y esto sólo ocurre cuando el analista es capaz de reconocer completamente su inseguridad, su· ansiedad y su desconocimiento (en cada terapia la misma siempre se inventa de nuevo) y puede, entonces, de esta forma aceptar al paciente en su persistencia de ayudar al otro (originalmente el miembro de la familia o el sistema incompleto).


Psicoanálisis de la psicosis


Con esta intención de ayuda, el paciente sale al encuentro del analista. En la transferencia el paciente retoma su iniciativa terapéutica que en aquél entonces falló en su intento de sostener al otro, de quien por lo demás él espera mucho en sus debilidades. Cuando el terapeuta oficial no toma esta iniciativa seriamente, por ejemplo, porque se agarra de ansiedad (por el reconocimiento de sus propias debilidades) y entonces de narcisismo (vinculado a su estatus oficial de terapeuta), el paciente no encuentra de ninguna manera una base suficientemente segura para empezar el proceso de individuación.


Es sólo por este camino, opina Searles, que la transferencia originalmente caótica y muchas veces masiva simbiótica, puede pasar a una simbiosis terapéutica. En esta situación de transferencia más simétrica e igualmente bien ordenada (reglas de timing verbalización) el paciente recibe la oportunidad de adquirir, gracias al reconocimiento de su contribución positiva, una base suficientemente segura de un narcisismo "sano" que le puede servir más adelante como posición de salida para la individuación. La simbiosis terapéutica así prescrita es esencial y de la misma naturaleza que la simbiosis infantil normal, que estimula el crecimiento tanto del niño, como de la madre. Esta sólo puede comenzar cuando el terapeuta abandona su pequeño puesto de "único sano en la relación".


Esta posición más simétrica de la contratransferencia permite la construcción del narcisismo del paciente en un espacio real. Además, esta apertura mucho mayor frente a las emociones contratransferenciales da un instrumento importante al terapeuta. La posición más simétrica frente al paciente hace que el terapeuta pueda usar sus propias indicaciones afectivas como un medio de detección de la naturaleza e intensidad de respuestas contratransferenciales y actitudes del paciente frente a él.


Psicoanálisis en pacientes límites


Searles postula la necesidad de que el paciente tuviera evidencias de apoyo emocional, dado el dilema que debe afrontar entre vivir de un modo autístico-simbiótico o en forma autónoma con otros. Todo lo aprendido con el sufriente psicótico lo “adaptó” después al paciente límite, aunque siempre teniendo en cuenta lo común y lo diferente en ambos.


En los pacientes limítrofes, Searles refiere cómo el sentido de identidad de tales sujetos coexiste con una miríada de “personas” o de objetos internos, cada uno de los cuales representa una faceta de sí mismo y no una expresión patológica y fragmentada de su identidad personal.

Searles menciona que se puede observar es un sujeto que presenta graves dificultades para mantener relaciones estables, que teme ser abandonado y que vivencia sentimientos crónicos de vacío, dudando incluso de si tiene sentimientos o es capaz de sentir. Tal sujeto se muestra incompetente para distinguir entre tiempo presente y futuro, como entre acciones ya realizadas y otras a emprender.


La psicopatología límite como revelada por (a) las pausas y (b) el orden no gramatical de la palabra del paciente.


Lo que valora Searles es el clima emocional que existe entre paciente y terapeuta, junto con el nivel de funcionamiento del ego de ambos, predominantemente autístico en el sujeto límite. Las interpretaciones del terapeuta son menos importantes que su participación no verbal. El terapeuta dará frente a la incapacidad del paciente límite para distinguir realidad de fantasía, deberá imponer sobre éste su visión de la realidad, permitiendo al paciente que alcance sus propias interpretaciones y se percate de los mecanismos de defensa usados con el terapeuta.


Referencias


Biografía


Balbuena, F. (2016). ¿Qué nos ha enseñado H.F. Searles? Una revisión de su práctica clínica. Clínica e investigación relacional., Vol. 10 (1).


Teoría



Corveleyn, J. (1997). Acerca de la contratransferencia: ¿Obstáculo o instrumento? Revista de psicología de la PUCP. Vol. XV, 2.


Liberman Isod, A. (2016). Harold Searles: Algunas notas sobre un psicoanalista discreto. Clínica e Investigación Relacional, 10 (1): 240-246.


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