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¿Qué sucedió con "el hombre de los lobos" después de que Freud decidiera derivarlo?



Sergei Pankejeff “el hombre de los lobos”, fue uno de los pacientes de Freud que más tiempo se trató con él (4 años y ocho meses), siendo el único conocido que se reanalizó con él y que más veces se reanalizó con otros, además de ser uno de los casos clínicos más famosos de la literatura psicoanalítica.


En el verano de 1926, los síntomas nasales de Sergei se agravaron y, el 16 de junio, fue a ver a Freud, recibiendo de él la suma en dinero recogida anualmente. Debe resaltarse aún que no le dijo nada a Freud sobre sus síntomas (BRUNSWICK, 1948 págs.717-729). En octubre del mismo año, “al recibir una carta de Freud en la que le pedía que confirmase la veracidad del sueño con los lobos y, además, habiendo sido informado de la seria enfermedad de su analista, presentó un episodio paranoico que Freud optó por no tratar, derivándolo para Ruth Mack Brunswick” (OBHOLZER, pág. 9).



Acude con ella, quejándose de los ataques causados en su nariz por la electrólisis que le aplicaron para tratar de desobstruir sus glándulas sebáceas. Lo que le llamó la atención a la analista fue la diferencia en la descripción que Freud le había hecho. Al contrario de lo que Freud había dicho, no era un hombre honrado, de honestidad compulsiva, en el que se podía confiar. Era sí culpable de innúmeras pequeñas faltas de honestidad: le había ocultado a Freud la posesión de joyas, por el temor de que éste no hiciera más la colecta anual, y se negaba a analizar la situación concerniente a su nariz o a sus relaciones con los dermatólogos. Se mostraba también inaccesible e impermeable a las colocaciones de la analista.


A consecuencia de los comentarios referentes a la bondad de ella en tratarlo gratuitamente, tiene un sueño: “Súbitamente está en la proa de un navío, llevando un estuche que contiene joyas, anillos y el espejo de oro de su mujer; se apoya en el balcón, se rompe el espejo y comprende que el resultado será 7 años de desventuras”. En Rusia, se designa la proa de un navío por la palabra nariz. Ella le interpreta el sueño, diciendo que su objetivo es revelar que el paciente posee joyas y los 7 años son aquellos que transcurrieron después del análisis con Freud, años durante los cuales las joyas fueron ocultadas.



Como “el asunto de la nariz no salía a flote”, la autora dijo que, al morirse el dermatólogo, el destino la ayudó porque, según el paciente, era el causador de todas sus molestias (al cual había sido derivado por el propio Freud). En Viena, ningún periódico de importancia circulaba los lunes por la mañana. La autora menciona: “Cuando Serguei (Hombre de los Lobos) llegó, yo le pregunté si había leído algún periódico del día; al responderme que no, yo le dije: el Profesor X murió anoche. Serguei saltó del diván gritando: Por Dios, ahora no podré matarlo yo”. Así, se había abierto la primera brecha. Siguió, pues, hablando de sus planes de matarlo, humillarlo, denunciarlo; típicos contenidos paranoicos. Otro duro golpe proferido por la analista fue cuando ésta le dijo que “al contrario de lo que él pensaba, que ella y Freud se encontraban para discutir su caso, efectivamente Freud no había demostrado ningún interés cuando, al inicio de su reanálisis, ella fue a hablar con él. Salió furioso. Así se llegó a la relación de ese catarro con la blenorragia que lo hizo ir a Freud por primera vez, y de allí a la idea de daño provocado por el dermatólogo, que lo había hecho volver a Freud, que lo derivó a Brunswick. (Brunswick, 1948, págs.729-737).


A través de Muriel Gardiner sabemos que, tras el (re)análisis con Brunswick, el Hombre de los Lobos siguió bien hasta 1938. Ella relata que lo encontró justo cuando él venía del cementerio, donde había ido a enterrar a su esposa que, según él, se había suicidado con gas - hecho común en los primeros tiempos de la invasión nazi, en Austria. Gardiner relata que percibió que el paciente no se encontraba bien, porque estaba totalmente desinformado de la realidad de la Segunda Guerra Mundial y porque pasaba todo el tiempo atormentándose con la pregunta: “¿Por qué se mató mi mujer?”. Gardiner entró en contacto con Brunswick - que había emigrado a los Estados Unidos - intentando reconducirlo al tratamiento. Obtuvo, después de muchas dificultades, el visado para que él pudiese salir de Austria. Así volvió a hacerse tratamiento.



De ese reanálisis con Brunswick, sólo existe este breve relato, extraído de una carta que ella escribió a Gardiner, en 1945: “Aproximadamente dos años después, Serguei regresó para reanudar un análisis tan gratificador para mí como para él. No restaba en él ninguna marca de psicosis o tendencias paranoicas. En el curso de una súbita, violenta y reiterada relación amorosa, su capacidad sexual sufrió perturbaciones de carácter estrictamente neurótico. Esa vez, el [re]análisis que se prolongó con cierta irregularidad durante varios años, reveló un material nuevo e importante que hasta ese momento permanecía latente, totalmente olvidado, vinculado a la compleja relación entre la niña pre-esquizofrénica que fue su hermana y el pequeño Serguei. Los resultados terapéuticos fueron excelentes, a pesar de una crisis personal de impotencia”. (DOBNER, 1992, pág. 573)


Brunswick, en 1959, al participar en la discusión sobre el trabajo de Herman M. Serota, ‘Reanalysis of the Wolf-Man’, hizo un comentario que tomo para ser posteriormente discutido: “sintió que actuó primariamente como una mediadora entre el paciente y su primer analista”. (1959, pág. 540) Gardiner, paciente de Brunswick, que primero estudiaría ruso con Serguei fue, durante 45 años, más amiga de él que psicoanalista, en sentido estricto Después de su muerte, el Hombre de los Lobos fue nuevamente noticia cuando la periodista austríaca, Karin Obholzer, en 1980, publicó una serie de entrevistas que él le concediera. Nos brindaron un instigador diálogo con “aquel que fue considerado por Freud como su paciente favorito”. (OBHOLZER l980, pág. 7)



André Green en 1986 escribió: “Serguei perdiera internamente una madre, lo que determinó una depresión primaria por desinvestidura radical de ésta. Esto hizo que Freud se enganchase contra transferencialmente en esa transferencia y marcase la fecha límite. Ese proceso puede ser entendido como un fenómeno restitutivo no-esquizofrénico, post psicótico, post autista; una restitución particular de los estados límites. Fue eso que también hizo que Freud, después del tratamiento, lo mantuviese con sus colectas y hasta lo usase como figura importante en la discusión con Rank en torno al sueño de los lobos”.


Tal y como se mencionó desde el inicio, el “hombre de los lobos” es uno de los casos más famosos y discutidos en la literatura psicoanalítica, y del cual se han tomado diversas posturas y críticas sobre su interpretación y abordaje, resultando controvertido en más de un aspecto y conservando su vigencia a casi un siglo de su publicación. Inclusive al día de hoy se siguen discutiéndose aspectos relacionados el diagnóstico diferencial, la influencia de la transferencia y contratransferencia con este paciente, así como del fenómeno de la alucinación infantil.


Referencias


Información extraída de:


Linei, K. F. (s.f.) Reanálisis: ¿Realidad O Ficción Freudiana? Federación Psicoanalítica de América Latina. Recuperado de: http://www.fepal.org/wp-content/uploads/0830.pdf


Referencias mostradas, incluidas en el trabajo:


Brunswick, R. M. Continuación de la “Historia de una Neurosis Infantil”. Revista de Psicoanálisis, Buenos Aires, v.5, 1948.


Gardiner, M. (1959) In Problems of Reanalysis. JAPA, v.7, n.1-4.


Obholzer, K. (1982) The wolf-Man Sixty years later-Conversation with Freud’s Patient London: Routledge e Kegan Paul.

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