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Sigmund Freud: Biografía

Freud dedicó su vida escribir, se entregó con gran pasión a la arqueología y la memoria, de los cuales se sabe que generó más escritos y cartas de las que se conocen.


Además de unos veinte volúmenes y más de trecientos artículos, Freud dejó una cantidad considerable de notas, borradores, agendas, dedicatorias y anotaciones en las obras de su inmensa biblioteca. Escribió alrededor de veinte mil cartas, de las que se conservan la mitad. A ello se suman intervenciones y entrevistas de gran riqueza realizadas en la década de 1950, así como textos acerca de unos ciento sesenta pacientes.


Cada momento de la vida de Freud ha sido objeto de decenas de comentarios, cada línea de su obra se ha interpretado de numerosas maneras. Freud está presente en todas las formas de expresión y de relato, desde ensayos, comics o series de televisión.

El exceso de comentarios, fantasías, leyendas y rumores ha terminado por distorsionar lo que fue el destino de este pensador de su tiempo y del nuestro.


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Biografía


Sigmund (Segismund) Schlomo-Shelemoh Freud, nació el 6 de mayo de 1856, en Freiberg, Moravia, Imperio Austrohúngaro. Su padre, Jacob Kallamon Freud (1815), era de una aldea de Galitzia oriental, comerciante, se casó cuando tenía 17 años en Tysmenitz con la joven Sally Kanner, hija de un comerciante, con quien tuvo cuatro hijos, Emanuel (1833) y Philipp (1834), otros dos hijos murieron de pequeños. Tras la muerte de Sally, Jacob Freud se casó con Rebekka, hija de un comerciante, con la que no tuvo descendencia, al mismo tiempo que su hijo mayor desposaba a los diecinueve años a una joven judía, María Rokach, cuya familia procedía de Rusia. En 1855 María trajo al mundo a su primer hijo, Johann (John) Freud, futuro compañero de juegos de su tío Sigmund, nacido un año después de él.


El 29 de julio de 1855 Jacob Freud se casó con Amalia Nathanson (1835), era imperiosa, autoritaria y afligida por la falta de autoridad de las mujeres. Amalia se negó a dejarse encerrar en la cárcel de un modelo familiar condenado a la extinción. El matrimonio tuvo ocho hijos, Sigmund (1856), Julius en 1857, Anna en 1858, Regine Debora en 1869 (apodada Rosa), María en 1861 (apodada Mitzi), Esther Adolfine en 1862 (apodada Dolfi), Pauline Regine en 1864 (apodada Paula) y Alexander en 1866.


Desde su nacimiento, Sigmund fue para Amalia un motivo de orgullo y altivez. Ella lo llamaba «mi Sigi de oro», le hablaba naturalmente en yiddish y siempre lo prefirió al resto de sus hijos, convencida de que llegaría a ser un gran hombre. Un día, en una pastelería, se encontró con una anciana, que le anunció que su hijo era un genio. Se sintió con ello ratificada en su certeza, que Freud siempre juzgó ridícula.


Sigmund Freud, aficionado a deleitarse en sus fantasías y sus ensoñaciones, imaginaba que su medio hermano Philipp, que vivía bajo el mismo techo que él, era el verdadero esposo de su madre y que su padre era su abuelo. Por eso tenía celos de ese soltero, en tanto que se entendía de maravilla con su otro medio hermano, Emanuel, que se había casado con una mujer de su misma generación.


Apegado a su joven y seductora madre, a quien amaba de manera egoísta, Freud la miraba en su infancia como una mujer a la vez viril y sexualmente deseable. Para él, el amor maternal era algo que estaba en la naturaleza de las cosas.


Con su niñera descubrió otro aspecto del amor. Contratada como niñera, Resi Wittek era vieja, fea y poco deseable: todo lo contrario de Amalia. Pero brindó a Freud afecto y sensualidad. En síntesis, algo carnal que le faltaba en la relación con su madre.


Fascinado desde temprana edad por esa concepción de la libertad humana, Freud, llegado a la adolescencia, tuvo con respecto a su propia sexualidad una actitud ambivalente. Por un lado, sufría las frustraciones impuestas por la sociedad en que vivía, al punto de considerarlas como la causa de los tormentos subjetivos más sombríos; por otro, consideraba la exhibición pulsional como una fuente de destrucción.


Educado de manera liberal, en el seno de un sistema familiar endogámico y todavía marcado por la tradición de los matrimonios concertados, Freud tuvo una infancia feliz entre un padre que habría podido ser su abuelo, una madre que habría podido casarse con su medio hermano y sobrinos que tenían la misma edad que él. Si bien sus cinco hermanas lo veneraban, también lo consideraban tiránico.


El orden familiar que había impregnado a Freud en su infancia y durante su adolescencia descansaba sobre tres fundamentos: la autoridad del marido, la subordinación de las mujeres y la dependencia de los hijos.


Durante los años pasados en la escuela secundaria, Freud tuvo buenos profesores y fue un excelente alumno: el primero de su clase.


Enfrentado durante sus años de universidad a esa mutación del antijudaísmo en antisemitismo, Freud se identificó cada vez más con el héroe de su juventud, Aníbal, general semita. A lo largo de sus estudios despreció a quienes lo trataban de «sucio judío» o esperaban que admitiera su «inferioridad racial».


Hambriento de saber, soñador de gloria y conquista, consideró en un primer momento la posibilidad de emprender una carrera política, para decidir luego que sería filósofo, después jurista y por último naturalista. Pensó varias veces en embarcarse en una nave y recorrer los océanos, a la manera de un Charles Darwin, el héroe de la ciencia moderna a quien más admiraba porque su doctrina, decía, «prometía un extraordinario avance en la comprensión del universo». Deseoso de otra identidad y siempre preocupado por superar a su padre y acceder, por la gracia de maestros excepcionales, a una cultura científica, se inició entonces en los debates filosóficos de su tiempo de la mano de Franz Brentano, cuya enseñanza seguía.


En 1873, a los diecisiete años, entró en la Universidad de Viena para realizar estudios científicos: anatomía, biología, zoología, fisiología, medicina.


En el laboratorio del fisiólogo Ernst Wilhem von Brüke, conoció a Josef Breuer, este último estaba interesado en las enfermedades mentales, quien se convertiría en un gran amigo.


En marzo de 1881 finalizó sus estudios, defendió su tesis doctoral y se lo designó en el cargo de preparador (asistente) en el Instituto de Fisiología de su maestro Brüke. También había cumplido su año de servicio militar obligatorio.


En abril de 1882, conoció a Martha Bernays. Nacida en Hamburgo el 26 de julio de 1861, los Bernays eran de una condición social e intelectual superior a los Freud. El 27 de junio de 1882 se comprometieron en secreto y decidieron de común acuerdo respetar las convenciones victorianas de su tiempo, que obligaban a los futuros cónyuges a someterse a un largo período de castidad prenupcial. Durante los cuatro años de noviazgo (1882-1886) intercambiaron alrededor de 1500 cartas, Freud se mostraba alternativamente tiránico, impetuoso, celoso, melancólico, prolífico y capaz de elaborar, hasta en sus más mínimos detalles, proyectos de vida cotidiana, en los que llegaba al extremo de describir por anticipado cómo veía la organización de la casa.


En 1883, Freud fue durante cinco meses alumno de Theodor Meynert, gran maestro de la psiquiatría vienesa, que suscitó en él una fuerte impresión. Y gracias a él tuvo la oportunidad, por única vez en su vida, de observar a varias decenas de enfermos mentales a quienes los médicos infligían diversos tratamientos corporales sin prestar atención a su palabra.


En 1885, gracias a Meynert, Nothnagel y Brücke, obtuvo el título de Privatdozent, que lo habilitaba para enseñar en la Universidad de Viena.


En 1885, Brüke, intervino a favor de Freud, para continuar sus estudios en Paris, en la Salpêtrière, tomando clases con Jean Martin Charcot, quien proponía una nueva concepción de la histeria, además utilizaba la hipnosis en el tratamiento con pacientes.


El 28 de febrero de 1886, se marchó de París con destino a Wandsbek y de allí a Berlín, para asistir a los cursos de Adolf Aron Baginsky, iniciador de una política de prevención de las enfermedades infantiles, mentales y orgánicas. En abril se instaló provisionalmente como médico privado en la Rathausstrasse y comenzó a recibir pacientes enviados por sus amigos, además terminaba la traducción de la obra de Charcot, este no era solo un maestro para Freud, era la persona gracias a la cual se había conquistado un nuevo continente: el de la sexualidad. Por otro lado, Breuer había encauzado a Freud por el camino de la dilucidación de los fenómenos neuróticos al señalarle la importancia del determinismo psíquico en la etiología de la histeria.


El 13 de septiembre de 1886, en Wandsbek, se realizó la boda civil entre Freud y Martha. Entre enero de 1887 y diciembre de 1895 tuvieron seis hijos: Mathilde, Martin, Oliver, Ernst, Sophie y Anna.


En 1887, conoció a Wilhelm Fliess un otorrinolaringólogo, con quien entablo una cercana amistad que duro aproximadamente diez años. Freud al contrario de Fliess, procuraba hacer de la psicología una ciencia natural muy alejada del proyecto de reducir los fenómenos psíquicos a trastornos orgánicos.


Entre 1892 y 1896, Freud desarrolló el análisis de las resistencias y de la transferencia mediante la asociación libre.


En agosto de 1897 pretendió que estaba haciendo un “autoanálisis”, en ese año fallece su padre Jacob Freud. Tras creer por un tiempo que el “autoanálisis” se había puesto efectivamente en marcha, terminó por admitir que era imposible.

En noviembre de 1899, Freud mediante la investigación de sus propios sueños desarrollo “La interpretación de los sueños”, cuya fecha simbólica es 1900 a petición de Freud.


En 1906, su teoría empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió incluso varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica.


Debido a la incomprensión que inicialmente provocaron sus teorías, Freud pasó unos años aislado tanto personal como profesionalmente. En la primavera de 1908, por invitación de Carl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico.


En 1910, se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, dirigida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914. Ese año se vio obligado a renunciar como consecuencia de la ruptura propiciada en 1913 por el mismo Freud, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de “libido” más allá de su significación estrictamente sexual.

En 1923, publicó "El yo y el ello", que sugería un nuevo modelo estructural de la mente, dividido entre el "ello", el "ego" o "yo" y el "superyó".


También en 1923, se le encuentra un tumor cancerígeno en la boca, que tienen que intervenirlo quirúrgicamente 33 veces en 16 años. Le colocaron una prótesis que era muy dolorosa y no le permitía hablar con facilidad. Le costaba mucho comer y debía sacársela para limpiarla. Siempre fumo, pues lo calmaba. Ya era muy prestigioso y conocido en el mundo. Desde este año hasta el fin de su vida publicará algunas decenas de escritos.


En 1933, estando Hitler en el poder, comienza la persecución a los judíos y quema públicamente todos sus libros en Berlín.


En 1938, la invasión nazi a Austria lo obliga a dejar Viena, debido a su condición de judío. Se establece en Londres, donde sigue trabajando y escribiendo hasta sus últimos días. Sus hermanas se quedan en Viena, donde mueren en campos de concentración.


En septiembre de 1939, Freud, en período terminal, escribe el día 19 al poeta Alfred Schaeffer la que sería su última carta, revelando una impecable lucidez. Freud en acuerdo con el Dr. Schur, conversaron sobre la fase final del cáncer, este había prometido no abandonarle cuando llegara el momento.


En la mañana del día 22 de septiembre, el Dr. Schur procedió entonces a inyectarle 20 mg de clorhidrato de morfina, dosis que repitió 11 horas después. Freud entró en coma y falleció a la hora 3 de la madrugada del 23 de septiembre de 1939.


Incinerado en el crematorio del cementerio londinense de Golders Green, sus cenizas fueron depositadas en una de sus ánforas griegas favoritas. En 1951, los restos de Martha, su mujer, fallecida ese año, fueron ubicados junto a los suyos y así reposan por la eternidad.



Referencias.


Roudinesco, E. (2016). Freud, en su tiempo y en el nuestro. México: Debate.


Fernández, L. (2018). Sigmund Freud. Praxis Filosófica. Recuperado de: https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114001/html/index.html

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